Como terapeuta familia me encuentro diariamente situaciones de dificultad, de crisis, de enfrentamientos; incluso, de violencia entre miembros de una familia (sean verbales o físicas). Si nos centramos solo en el conflicto es complicado gestionar y regular las emociones de cada uno de los miembros de la familia.
Así, es importante valorar a cada uno de ellos por lo que hace. Ver cuáles son las cualidades y potencialidades que tienen para solucionar sus problemas. Observar e indagar en la mejora de las relaciones a través de lo que hacen bien.
Y ese es mi trabajo, como profesional de lo sistémico y de las familias: encontrar que siempre hay cosas que funcionan bien, cosas que se tienen que potenciar y tener en cuenta: una conversación con nuestro hijo, un momento agradable con nuestra pareja, espacios de compartir y de disfrutar. Evidentemente, cuando hay problemas solo nos damos cuenta de éstos; pero también hemos de fijarnos que existen momentos de estar bien.
Es con esto con lo que tienen que trabajar las familias: de darse cuenta de lo que funciona y está bien.
Tradicionalmente nos enfrentamos a las crisis y conflictos, a través de identificar sus causas, hacer un diagnóstico y recetar una solución. Sin embargo darnos cuenta de lo que está bien trata de mirar lo positivo de las cosas para centrarnos en cómo reproducirlas. No se trata de mirar siempre algo “positivo” como mensaje “happy”, sino identificar qué funciona, o qué ha funcionado siempre bien en la familia.
Mi trabajo es descubrir y enfatizar las fuerzas o energías, que dan vida a la existencia de una familia, su razón de ser. Busco lo mejor de “lo que es” para ayudar a despertar la imaginación colectiva de “lo que podría ser”. Y a continuación, nos dirigimos (la familia y yo) para mirar apreciativamente, sin prejuicios, sin ideas preconcebidas, sin contaminaciones.
Para ello, es importante aprender a realizar preguntas positivas y poderosas que nos ayuden a detectar lo valioso y lo que funciona.
Algunas claves que tenemos que tener en cuenta es:
- En toda familia y/o persona existe algo que funciona bien.
- Si nos concentramos en lo que está bien trataremos de repetirlo y de hacerlo cotidiano.
- Existen múltiples realidades y diferentes percepciones sobre un mismo contexto. Y todas son válidas.
- Si llevamos con nosotros partes del pasado, deberían ser las mejores.
- Es importante valorar las diferencias. No debemos aplicar las mismas recetas a todas las personas por igual.
Centrarnos en tener una mirada apreciativa, no solo corresponde al profesional de turno, es la propia familia quien ha de mirarse de forma agradable, ver lo que tienen de bueno y hacerlo funcionar. Tener una mirada apreciativa de la familia es quererse tal y cómo somos no viendo nuestras limitaciones sino nuestras posibilidades.
Gabriel González Ortiz
Terapeuta familiar y coach sistémico
SERENDIPIA. Centro de Terapias y Formación