¿Os ha pasado alguna vez que vuestro pequeño y/o adolescente se enfada, llora o presenta conductas disruptivas cuando algo no le sale como esperaba? La frustración es una emoción que aparece cuando los niños enfrentan limites o desafíos los cuales se escapan de su control, ya que, provoca la imposibilidad de satisfacer una necesidad o deseo. Lo que a su vez genera sensación de angustia, ansiedad, tristeza o enfado en niños y niñas. Aunque puede llegar a ser difícil lograr gestionar este estado, es una gran oportunidad para enseñarles habilidades emocionales clave para su vida diaria.
Es importante manejar la frustración en niños y niñas ya que contribuye a:
- Ayuda a fomentar la tolerancia a la frustración.
- Fomenta la paciencia, la perseverancia y la creatividad.
- Enseña que los errores son parte del aprendizaje.
- Reduce comportamientos impulsivos.
- Fortalece la autoestima.
- Promueve la resiliencia.
- Contribuye a la mejora de las relaciones sociales.
Pero… ¿y como la podemos trabajar?
A continuación, os dejo una serie de estrategias y actividades que pueden llevarse a cabo a la hora de trabajar la frustración.
- Reconocer y validar sus emociones: Identificar las emociones es el primer camino que hay que emprender para ayudar al niño/a a saber que le está pasando en ese preciso momento y que emoción está experimentando su cuerpo. Es importante trabajarlas todas con un gran abanico de recursos como cuentos, canciones, juegos de rol playing y películas entre otras.
- Validar el camino hecho: Hacer entender al niño que cumplir o no un objetivo antes o después no le hace ser mejor ni peor persona. Por eso, es importante enseñarles a valorar todo el proceso hecho hasta el día de hoy y no centrar la atención únicamente en el resultado obtenido. Por ejemplo: “¡Lo intentaste muchas veces hasta que lo lograste!” en lugar de centrarte solo en el éxito final.
- Normalizar la equivocación o el error: Tiene que ser un acto natural para conseguir gestionar adecuadamente la frustración en cualquier situación. Hay que transmitir a los más pequeños que el error forma parte del aprendizaje, nos ayuda a mejorar y no es sinónimo de algo negativo.
- Aprender a perder: No siempre se tiene o se puede ganar y aprender a perder es la clave para gestionar la frustración. En este caso, la reflexión y el acompañamiento son las mejores herramientas.
- Proponer retos alcanzables: Ajustar las tareas a su nivel de desarrollo es esencial, puesto que, los desafíos demasiado difíciles generan frustración, pero los demasiado fáciles no estimulan el aprendizaje.
- Buscar soluciones: Es importante enseñarles a buscar soluciones y alternativas que promuevan el cambio y la mejora. Por lo que, fomentaremos esta habilidad en edades tempranas, adaptándonos a su edad evolutiva siempre. Por ejemplo: “Voy a intentar solucionarlo de otra manera; si no funciona, puedo pedir ayuda.”
Como adultos, nuestro rol es acompañar a los niños en este proceso, ayudándolos a transformar ese malestar en aprendizaje y confianza en sí mismos.
Si necesitáis conocer más estrategias o consejos para enseñar a vuestros pequeños a como tolerar la frustración, así como asesoramiento ¡No dudéis en consultarnos!
Laura López Rodríguez.
Pedagoga.
SERENDIPIA. Centro de Terapias y Formación