Cuando hablo de apego en las primeras entrevistas, me suelo encontrar que resulta difícil detectar qué tipo de vínculo tenéis con vuestros peques, recurriendo al comodín del “depende”: “depende de cómo me pille” o “depende del momento del día”.
Y que pasa si os digo que la personalidad, el modo de actuar y relacionarse, el modo de gestionar y expresar las emociones e incluso la futura elección de pareja, están íntimamente relacionados con el tipo de apego que se ha desarrollado en la infancia entre vosotros y vuestro/a hijo/a.
Por ello, en esta ocasión no me olvido de dirigirme también a los jóvenes, los que se encuentran en esa etapa llena de crisis. Este post puede ayudarnos a explicar algunas de las dificultades que sufrimos en la infancia y comprender mejor qué tipo de relaciones tenemos ahora.
Las relaciones de apego (con nuestra familia, amistades, aquel chico/a que nos gusta o del que estoy enamorado/a) se caracterizan por buscar la cercanía del otro y sentirnos más seguros cuando estamos en presencia de la figura de apego. Y no, no se trata de dependencia emocional.
Os cuento
El apego es el vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida. La teoría del apego trata de que los cuidadores principales (madre, padre, cuidador a cargo) estén disponibles y respondan a las necesidades del bebé de manera adecuada, permitiendo al niño desarrollar una sensación de seguridad.
Para conocer cómo puede ser nuestro vínculo afectivo con nuestro peque o cuál fue el que nos proporcionó nuestras figuras de apego en la infancia, os dejo 4 TIPOS DE APEGO definidos por la psicóloga Mary Ainsworth y el psiquiatra John Bowlby
1. Apego seguro
Es el apego más sano de todos y se da cuando el niño siente seguridad plena, comunicación, atención y contacto por parte de sus progenitores y tiene la certeza de que no van a fallarle. Estos niños se sienten validados emocionalmente y seguros para relacionarse con lo que les rodea.
2. Apego ansioso y ambivalente
En este tipo de apego, el niño no confía en sus cuidadores y crece con una sensación de incertidumbre e inseguridad, debido a la inconstancia en los cuidados o a la ambivalencia de los mismos. Tienden a la vigilancia de su cuidador y la exploración del medio que les rodea es poco relajada, siempre con el temor de alejarse de la figura de apego y suelen tener dificultades para calmarse cuando el cuidador reaparece.
3. Apego evitativo
Se da cuando los cuidadores no proporcionan la seguridad suficiente para el menor, haciendo que desarrolle una autosuficiencia compulsiva y un distanciamiento emocional con los mismos. Estos niños, no suelen llorar cuando se separan de su cuidador y evitan el contacto. Esta conducta puede llegar a confundirse con la seguridad, pero en realidad, provoca un gran sufrimiento al menor.
4. Apego desorganizado
Es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo y viene causado por una conducta insegura o negligente de los progenitores. Las figuras de apego tienen comportamientos inadecuados y contradictorios, por lo que el niño no confía en su cuidador e incluso puede llegar a sentir miedo hacia él. Son niños inseguros con tendencia a reacciones impulsivas o explosivas y con mala gestión de sus emociones.
Un guiño para mis jóvenes de terapia, el tipo de apego que recibiste puede que se manifieste en tus relaciones románticas así:
Apego seguro. Te sientes una persona confiada, segura y cómoda en las relaciones. Te sientes cómoda aceptando tu vulnerabilidad, expresando tus emociones y necesidades con tu pareja, confiando en que te escuchará y responderá de manera apropiada. Es decir, no te supone un esfuerzo unirte íntimamente a las personas y no te provoca miedo el abandono.
Apego ansioso o ambivalente. La ambivalencia emocional genera angustia. Tiendes a tener miedo a ser abandonada y sueles buscar mucha cercanía y validación. Te sientes una persona insegura y ansiosa si no recibes suficiente atención o afecto e incluso sentirte suficientemente amada o aceptada.
Apego evitativo. Sueles evitar la intimidad emocional y la cercanía. A menudo te sientes incómoda con la idea de depender de alguien y puedes ser reservada o distante en las relaciones íntimas. Sueles presentar gran estrés con las nuevas situaciones sociales y tienes a sentirte una persona poco valorada y querida por los demás.
Apego desorganizado. Se caracteriza por un comportamiento inestable, inconsistente, impredecible en las relaciones íntimas. Puede que sientas confusión sobre tus sentimientos y necesidades en una relación y tener dificultades para regular tus emociones y tus reacciones.
Llegados al final de este post, y con una recogida global, podemos decir que el tipo de apego puede depender en gran medida de las respuestas que recibimos de nuestros primeros y principales cuidadores, dejando marca en las relaciones de la adultez, donde podemos experimentar patrones similares de apego basados en nuestras experiencias pasadas.
DETENTE, esto NO significa que tengas establecido un patrón fijo. Esto NO justifica que tengas que dar a otra persona lo que tú recibiste. Esto NO define tu manera de actuar, de gestionar, de comunicarte, valorar… Esto significa: identificar, sanar y avanzar.
Desde el mismo enfoque que se da en las entrevistas iniciales con vosotros, me gustaría que para despedirme tengáis algunas pautas simplificadas, en este caso, sobre las actitudes que podemos adoptar como padres, educadores, personas a cargo de cuidado y educación de los peques:
- Darles seguridad y protección.
- Potenciar su autonomía cuando quieren explorar el mundo.
- Contestar a sus inquietudes.
- Prestarles atención cuando lo solicitan.
- Marcarles límites con sensibilidad.
- Empatizar con sus emociones y con la forma en que las expresan.
- Responder adecuadamente a sus necesidades.
- Mostrarse disponibles para ellos.
- Darles confianza y favorecer su autoestima.
- Hacerles saber que les amamos.
- Respetarles.
Lorena Martínez López
Psicóloga.
SERENDIPIA, Centro de Terapias y Formación.